En un contexto económico adverso, la dirigencia deberá definir entre la historia o el alivio financiero.
En el medio de la polémica por la firma con Atomik, Puma lanzó un comunicado para aclarar la situación con Independiente de Avellaneda.
En el inicio del comunicado oficial, la empresa alemana expresó: “Puma informa que ha manifestado al club su decisión de extender este vínculo a través de canales formales correspondientes, y continúa impulsando todas las instancias necesarias para asegurar su continuidad”.
Revelaron que cumplieron con todas las etapas requeridas para avanzar con la renovación, y continuará realizando los mecanismos necesarios para seguir vistiendo al “Rey de Copas”. Además, le agradecieron “especialmente” a los hincha y socios del elenco de Zona Sur porque adoptaron a la marca como un rasgo identitario del club.
“Puma mantiene su vocación de estar presente en el fútbol argentino y seguirá trabajando para continuar siendo una de las marcas deportivas líderes en el país”, cerró el escrito oficial la compañía internacional.
Por otro lado, la aparición de Atomik —una marca nacional con menor tradición en el rubro, pero con una propuesta económica aparentemente más agresiva— evidencia cómo las urgencias financieras de los clubes abren la puerta a nuevas alianzas, incluso a costa de romper relaciones simbólicas fuertes.
Más allá de los comunicados y las intenciones públicas, el trasfondo de esta disputa pone en evidencia los desafíos que enfrentan los clubes para sostener sus estructuras en un contexto económico complejo.
La actual dirigencia de Independiente, encabezada por Néstor Grindetti, deberá decidir si prioriza la solidez financiera inmediata que podría ofrecer un nuevo contrato o si apuesta por la continuidad de una marca que ha acompañado parte importante de su historia reciente.
Sea cual sea la resolución, está claro que la elección del sponsor técnico ya no es una cuestión meramente estética o deportiva, sino una jugada estratégica que puede marcar un rumbo institucional.
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